martes, 4 de enero de 2011

"No se puede hacer mas Reformas de arriba hacia abajo"
(Continuación)
Por:David Rivera
La nota completa extraída de la Revista Poder 360º

Liliana Rojas Suarez


Y eso no terminamos de entenderlo...

Claro. Pero también la gente se desespera, ve que existe la necesidad de hacerlo, ve que se puede estancar el crecimiento, pero no entiende que si no tiene el apoyo de la población, simplemente esta también se va a atracar, porque la reforma se la van a tumbar o van a votar por otro gobierno que va a traer para atrás lo ya avanzado. Es tremendamente importante darse cuenta de que esta es América Latina. Esa es la innovación del libro, que te dice: “Voy a ver cómo se crece en una región que es completamente distinta, porque ninguna otra tiene todas sus características”. Los países de Europa del Este tienen como característica ser muy abiertos, pero no tienen la desigualdad de ingresos, son muchísimo más equilibrados. Pero le ponen freno a la democracia.

¿Cómo se hace para avanzar en lo social sin sacrificar las políticas macroeconómicas?

No es tan difícil.

¿Se requiere un nivel de institucionalidad que en el Perú y en otros países de la región no existe?

Sí. Pero hay muchas cosas que no son tan difíciles y que no se han hecho. Por ejemplo, en el caso de Bagua [la rebelión en la Selva peruana por leyes que promovían la gran inversión y que acabó con la muerte de indígenas y policías] la gente veía el tema como una invasión. Las comunidades decían: “Tengo una cultura y quiero mantenerla. Yo no quiero que me dividan, las tierras son comunitarias”. Al mercado no le importa nada de eso, lo único que quiere el mercado es que todo sea legal y formal. Y la solución a ese problema habría sido decir “Perfecto, entonces no dejes que nadie te quite nunca nada. Lo que tú me has dicho, ponlo legalmente. Formalízalo, así como me dices, como tú quieras hacerlo”. Porque en el momento en que se formaliza, existe un contrato legal y unas reglas de juego que le permiten a la comunidad ir a los mercados financieros y decir: “Esta es la comunidad, y este título quisiera utilizarlo como colateral para comprar tal o cual cosa”.

Eso nos lleva a un punto importante. En términos generales, los derechos de propiedad mejoraron en algunos países como el Perú gracias a las reformas de mercado. Pero la pregunta es: ¿para quién mejoraron? El problema básico del modelo es que pareciera armado para mejorar solo los derechos de los grandes capitales.

El libro se refiere a mejorar el derecho de todos.

Exactamente, el libro se refiere a eso. Pero si nos situamos en el caso peruano, pese a los avances en la entrega de títulos de propiedad a personas de bajos ingresos, el sistema defiende sobre todo el derecho de propiedad de los grandes capitales.

Tú me preguntas: “¿Cómo se puede hacer para que estas dos cosas no sean contradictorias?”. Yo te digo: “No las hagas contradictorias”. No tienen que serlo. El mercado puede formalizar los derechos de propiedad de todo el mundo, y eso ayuda a que la gente esté más contenta, a que la democracia funcione mejor y a que la desigualdad de ingresos disminuya.

Eso implica romper con una idea que está detrás de las reformas de mercado aplicadas en algunos países de la región, en el sentido de que lo prioritario es la gran inversión. Lo que planteas lo dicen algunos especialistas en los medios, pero quienes toman las decisiones no terminan de comprenderlo.

En efecto, ese es el siguiente paso. Muchas de las privatizaciones se hicieron no por alguna reforma, sino porque el Estado estaba quebrado, se hundió, necesitaba funcionar. Pero ya no estamos así, estamos en una situación mucho más cómoda. Para mí ahora esto es mucho más prioritario. Imagínate qué es lo pasaría en las comunidades. Los jóvenes, por ejemplo, quisieran salir de la comunidad por el desarrollo, la modernidad, la migración. Entonces, algunos de ellos dirían: “Yo soy miembro de la comunidad y sé que tengo derecho a esto, ¿por qué no hago un contrato y te paso mi parte a ti?”. El otro, o la comunidad, comienza a generar parcelas y tierras que son más grandes y tienen más economías de escala. Eso [se da] poco a poco y es totalmente voluntario. Pero tienes que tener el cimiento. Sin el cimiento, es decir, sin los derechos de propiedad, hacer cualquier cosa es una locura, genera una presión innecesaria.

Presión que estanca las reformas finalmente.

Claro. Si a la hora de la hora te dicen otra cosa, tú dices: “Me quieren asaltar a mí”. Y tienen razón, yo haría lo mismo. A la gente que quiere funcionar en una economía de mercado tienes que enseñarle que el respeto a esos derechos es primero.

Ese es uno de los motivos por los cuales 50% de los latinoamericanos rechazan la economía de mercado, sienten que es una imposición.

Por supuesto. No ven cómo los beneficia. Mira cómo te lo planteo, es decir, al mismo tiempo mercado y pobreza; muchas personas hablan por un lado de mercado y de pobreza por otro.

Esa es una mirada más amplia.

Te juro que estoy hablando de lo que es mercado; eso alguien más lo malinterpretó. Pero en nuestras comunidades, nuestros campesinos son expertos en el mercado, saben perfectamente cómo compran, cómo distribuyen, cómo manejan sus inventarios. Ellos funcionan en el mercado. Es más, les encanta la economía de mercado, a ellos les encanta poder tomar sus propias decisiones. Lo que no están es formalizados dentro del mercado.

Las reformas vinieron acompañadas de la idea de achicar el Estado, pero lo que necesitas es uno con capacidad para manejar las medidas que planteas.

Totalmente. Lo que se necesita no es necesariamente un Estado más chico, sino un mejor Estado. Se confundió calidad con cantidad. En América Latina el Estado era muy grande y la empresa privada muy chiquita, entonces se quiso pasar al otro extremo. Está bien que se haya querido desarrollar el sector privado, pero el Estado, o lo que quedaba de este, debió haber mejorado en eficiencia, en regulación. Los Estados en América Latina son muy tímidos, se tienen miedo a sí mismos y no pueden tomar decisiones rápidas, simplemente porque no han ubicado cuál es su rol.

¿No hay un problema de foco? En el Perú el foco está en el crecimiento y la inversión privada, no en el bienestar y la reducción de la pobreza. Parece sutil, pero cuando cambias el foco, cambian las prioridades.

Perú tiene un perfil muy diferente. La capacidad de implementación del gasto del Estado es muy limitada. El capítulo de Perú habla de eso. Cuando se habla de la descentralización, lo cual está bien, se descentraliza demasiado, es como que tuvieras más hijos de los que puedes realmente educar o mantener. Entonces, tienes demasiadas regiones y no tienes suficientes Estados locales bien calificados para manejarlas.

Nadie se encarga de capacitarlos.

Está bien. Pero podrías haber hecho macrorregiones, de forma tal que tuvieras economías de escala, y la capacidad y la poca gente preparada que había pudiese gestionarlas. Ahora bien, ¿y por qué el concepto de manejar las provincias simplemente con personas locales? ¿Por qué no abrir [esto] a concursos [para] extranjeros? ¿Tú sabes la cantidad de gente a la que le interesa hacer cosas y ni siquiera por mucho dinero sino por la experiencia de crecer, y que tiene la capacidad de administrar? Gente que está entrenada para administrar, que tienen MBA afuera, que vendrían a hacerlo porque quieren hacerlo. El mundo se globalizó. No vas a tener las ventajas de la globalización solamente por el dinero, también a través de la capacidad humana.

El tema de las macrorregiones lleva a otro punto mencionado en el libro que genera pesimismo. Para que todo lo que queda por hacer sea viable, son indispensables las reformas políticas, que los políticos no quieren hacer. Ahí hay un punto muerto.


A los políticos les falta muchísimo por hacer y existe la posibilidad de que los avances se estanquen si es que no lo hacen. Porque, hablando otra vez de desigualdad y democracia, en el sur del Perú Humala tiene una fuerte presencia. ¿Por qué? Porque las personas de ahí sienten que están mal, que son pobres; sienten que solo el resto se enriquece, que hablan del poderío del Perú, de la estrellita del Perú, y ¿dónde quedaron ellos que son parte de la estrella?

¿Podrías resumir los cinco fundamentos planteados en el libro para asegurar el crecimiento en América Latina?

Comenzamos con derechos de propiedad, del cual ya hablamos. El segundo es igualdad de oportunidades. El tercero, que no puede haber capturas políticas por parte de grandes grupos privados, que se relaciona con el segundo. Si hay captura política, el Estado no puede funcionar. El cuarto fundamento es la estabilidad macroeconómica. Dado lo que es América Latina, la estabilidad macroeconómica ya es un fundamento. Y el último, del que hemos estado hablando, es que el crecimiento tiene que ser ampliamente compartido por la población, porque de lo contrario no es sostenible. Ese es el reto de nuestros países. Le has dado voto a la gente, le has dado poder de palabra, va a hablar a tu favor o en contra. Va a hablar solo si la respetas. Y la única forma de respetarla es hacerla sentir partícipe del cambio. De lo contrario, la gente va a decir: “Bueno, a mí no me incluyes y voy a votar en contra de tus reformas porque yo no me siento representado ni incluido”. El papel de la sociedad civil en este nuevo modelo es simplemente esencial. No son los políticos haciendo políticas de arriba hacia abajo, sino una combinación de ambas cosas. Tienes que tener cuidado, porque la gente puede decir que esto es populismo. La gente puede creer locura y media. Pero no es eso. Los políticos tienen que desarrollar buenos sistemas, que las ONG y la sociedad civil transmitan la información de las cosas que funcionan bien. La población tiene que volverse partícipe de un mejor gobierno.